En la región de Coquimbo, al norte de Chile y hacia el interior de la Cordillera de Los Andes, podemos destacar importantes valles transversales como el de Elqui, Rio Hurtado, y Limari, cada uno con su propio encanto y particularidad. Al encontrarse aquí uno de los cielos más claros del hemisferio sur, diversas organizaciones internacionales han instalado observatorios astronómicos en las cumbres de los cerros Pachón y Tololo.
El valle de Elqui ha sido catalogado como una de las zonas más energéticas del mundo. Beneficiado por el embalse Puclaro y largos períodos de sol durante el año, permite el cultivo de frutas, vegetales, y de uvas para la producción del bien ponderado Pisco, un destilado a partir de la uva “Vitis vinífera”. Pintorescos pueblos con arquitectura de adobe y bellas iglesias se mezclan entre numerosos viñedos y destilerías, siendo Vicuña el principal pueblo del valle y cuna de la poetisa chilena Gabriela Mistral.
Siguiendo la ruta “Antakari”, utilizada antiguamente por el pueblo Inca, nos encontramos con el verde valle del Rio Hurtado. Este valle es menos turístico que el valle de Elqui y su actividad principal es la agricultura y crianza del ganado caprino.
Al ser un lugar muy tranquilo, es perfectamente posible convivir con sus habitantes y ayudar en sus labores de cosecha, pastoreo, artesanía, y disfrutar de su suculenta gastronomía familiar
En el Monumento natural Pichasca podemos regresar por un instante al pasado y conocer la flora y fauna de hace 70 millones de años, como también vestigios humanos de hace 10 mil años atrás.
Descendiendo por el valle del Rio Hurtado nos encontramos con el valle del Limari, reconocido por su producción de vinos blancos y sus notas a frutas tropicales. Otra actividad es la minería y producción de lapislázuli y piedra combarbalita, únicas en el mundo dando origen a hermosas joyas y artesanías.
Dentro de los lugares para visitar destacamos el Valle del Encanto, importante sitio arqueológico convertido en un museo al aire libre. Tiene un gran interés cultural y científico debido a sus petroglifos y pictografías de las culturas molle y diaguita. Fiestas costumbristas y actividades campestres marcan el calendario anual de alternativas para conocer más de cerca la idiosincrasia de su población rural.